lunes, 6 de febrero de 2012

¿Por qué y para qué competir si cooperar es 'esencia humana'?

¿Por qué y para qué competir si cooperar es ‘esencia humana’?
Herman Van de Velde
La situación económica mundial no da para más. Sólo de ‘crisis y recesión’ se habla. Las relaciones internacionales son de las más injustas y autoritarias que nos podemos imaginar. Promete Obama que Estados Unidos seguirá dominando el mundo, guste o no guste. Se trata de un país que protege a terroristas comprobados, como Posada, y echa preso de por vida, injustamente a 5 héroes luchadores contra el terrorismo, también comprobado, dirigido a su país de origen. Se trata de un país que es capaz de bloquear económicamente a otro país durante más de 50 años, aunque éste sea el país más solidario del mundo, donde, además, no duermen niñas y niños en la calle, ni nadie carece de salud y educación de calidad, como es Cuba. ¿Los Estado Unidos pueden decir lo mismo? Se habla ya, sin dudarlo mucho, de grandes posibilidades de una tercera guerra mundial.  “Tenemos que reaccionar”, dice el profesor, de reconocimiento internacional, el psicoanalista, Paul Verhaeghe[1]. Fue un artículo suyo que me motivó escribir esta reflexión.
“Tenemos que hacer algo”, no hay alternativa. La clave es CÓMO actuar, CÓMO reaccionar frente a la problemática que se vive a nivel mundial: un mundo dominado por intereses económicos, en donde todo se ha convertido en un PRODUCTO y en el cual rige una ‘meritocracia’[2].  En la meritocracia se responsabiliza a cada quien de lo que logra o no, partiendo de que supuestamente toda persona tiene las mismas oportunidades en la vida. Quien falla lo debe a sí mismo/a. Tener talento y trabajar duro sería suficiente para garantizar el ‘éxito’. El criterio predominante para el éxito, por supuesto, es ganancia y dinero. Y de esta manera, como consecuencia ‘evidente’, todas las personas que nos movemos en el mismo contexto nos convertimos en ‘competidoras/es’.
El neo-liberalismo, como ‘mentalidad’ (el conjunto de las disposiciones actitudinales de una persona o predominante en una comunidad o sociedad), se ha impuesto en cada una/o de nosotras/os y se ha convertido en el supuesto reflejo de la ‘esencia’ humana: ‘competidora’, la ley del o de la más fuerte, egocéntrico y egoísta, totalmente responsable por lo que ha logrado (‘la pobreza es consecuencia de quienes no quieren trabajar’), no hay causas socio-políticas y económicas, sino sólo personales. ¿Por qué se aplazó? Porque no estudió, porque no puso atención… ¿Reconocen las propuestas? Nunca, porque el sistema es alienante, porque el tipo de evaluación no corresponde, porque el enfoque está en la enseñanza y no en el aprendizaje, etc. No, estos argumentos no valen. Sólo es el esfuerzo PERSONAL que permite superarse… ¿Y las condiciones, el ambiente,…?
En una meritocracia, como ya planteé, todo se convierte en PRODUCTO, no importa el proceso. Sin embargo, hablando de productos: ¿no es la injusticia e inequidad social que vivimos en este mundo, justamente el primer producto de esta mentalidad neo-liberal? El neo-liberalismo nos ha llevado a esta realidad de fracaso económico, de fracaso en cuanto a convivencia social (guerras, inequidad, terrorismo, ..) donde el estado más terrorista del mundo acusa a otros estados de terrorismo, expresión de una falta de todo mínimo de ética, productos de inequidad, desigualdad en oportunidades, injusticia social,…
La desigualdad socio-económica, la brecha entre ricos y pobres es más grande en América Latina, sin embargo con excepción o rectificación progresiva en aquellos países donde se construye un sistema alternativo al neo-liberalismo, como Cuba y Venezuela, en primer lugar, como Ecuador, Bolivia, Nicaragua y otros países en camino, contando con una cooperación genuina entre países, como es el caso de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.
El anteriormente mencionado psicoanalista, Paul Verhaeghe ([3]), hace referencia a una investigación de Wilkinson y Pickett, en la cual se demuestra que hay una correlación perfecta entre la brecha de diferencias de ingresos en una sociedad y casi todos los parámetros de salud: mayor la brecha, entonces también mayores índices de deficiencia mental, embarazo adolescente, muerte infantil, agresión, criminalidad, drogadicción, también nivel de esperanza de vida más bajo, menor nivel de salud física, resultados educativos más bajos, menor movilidad social y niveles de sentimiento de seguridad y felicidad más bajos. Y esta correlación, tal vez sorpresivamente, es válida para todas las clases sociales, no sólo para las más bajas. Es decir: en una sociedad caracterizada por mayor desigualdad socio-económica, habrá, a nivel de todas las clases sociales, menor felicidad y mayores problemas de salud, de educación y de toda índole.
El neo-liberalismo se ha impuesto en la mentalidad, no sólo colectiva, sino también personal, tal que defendemos, de manera generalizada la ‘competencia’ como uno de los valores que nos llevan al éxito (que es dinero) y se nos olvida que realmente ‘el neoliberalismo destaca lo peor del ser humano y oprime lo mejor’ ([4]), tanto a nivel laboral como en la educación.  Desgraciadamente tenemos que reconocer que la mentalidad neo-liberalista la tenemos por dentro, ya que nos la han impuesto desde siempre.
Sólo analicemos lo que hacemos en educación, en todos los niveles: premiar al que más puntos (¿más dinero?) sacó. Tal que, cuando les ponemos los resultados finales de una asignatura en la pared (universidad), las y los estudiantes pasan mucho más tiempo observando e interesadas/os en los puntos de las y los demás, que en sus propios resultados (¡comprobado!). Lo que valen son tus PUNTOS, como sea… y los puntos se logran en exámenes, pero ¿estos exámenes miden qué? Exámenes que miden conocimientos en contextos adversos al propio ‘ser’ (tensión, nerviosismo, ambiente artificial,…), ni comparables con la vida real. La cooperación genuina y la solidaridad brillan por su ausencia a la hora de evaluar nuestros aprendizajes.
¿Alguien sabe de alguna investigación seria que DEMUESTRA que una educación basada en competencias (enfoque de contenido) NO promueve la 'competencia' (enfoque metodológico)? Hago esta pregunta porque algunas/os compañeras/os en el debate mantienen que no se puede confundir 'competencia' con 'competir'.
¿Y dónde está en todo esto, el disfrute de la relación social, el encuentro humano, el encuentro entre humanas/os, más allá de las ‘prestaciones’, más allá de los puntos, y más cerca del aprendizaje desde y en una vida real? ¿Dónde está nuestro compromiso, no con los puntos, sino con nuestro aprendizaje significativo, el disfrute por el aprender en sí, la motivación intrínseca? ¿Dónde aparece y se valora la complementariedad y el aporte de cada persona?
¿Hasta cuándo nuestra escuela se va a convertir en un contexto adecuado para la construcción colectiva de cada vez más nuevas oportunidades de aprendizaje, en las cuales hay lugar para la toma de iniciativas de calidad creciente? ¿Hasta cuándo nuestras escuelas van a seguir siendo lugares que provocan miedos y frustraciones? Estos miedos y frustraciones que, por supuesto, tienen aún más incidencia en las personas que viven en condiciones más desfavorables, lo que implica una práctica exclusiva. Pero la exclusión no es precisamente el problema más prioritario para la mentalidad neo-liberal.
No es suficiente promover una política inclusiva, a nivel de intenciones, sino que ésta debe convertirse en una práctica inclusiva. Para esto tenemos que crear condiciones, juntas/os entre representantes institucionales, docentes, estudiantes, madres y padres y la vecindad, que permitan ir construyendo colectivamente nuevas oportunidades de aprendizaje, que integren necesariamente actitudes emprendedoras de calidad creciente, no para competir sino para cooperar genuinamente.
Tenemos que trabajar para que la situación de dependencia (quien no sabe depende de quien supuestamente sí sabe) se supera hacia una inter-dependencia donde todas y todos tenemos algo que aportar, donde cuentan conmigo y con vos, porque sólo cooperando genuinamente vamos a poder llevar a cabo un proyecto de vida personal y social, basado en respeto propio y social: la sociedad me necesita y yo necesito a la sociedad, somos un solo ‘cuerpo social’. No puede ser que un joven (ocurrió!) de 22 años expresa: “para qué voy a estudiar si ni sé si voy a vivir mañana”.
En el contexto del día de hoy, NO ES CIERTO que cada quien puede lograr lo que quiere siempre y cuando se compromete con la causa. NO ES CIERTO que cada quien cuenta con las condiciones idóneas para realizar sus sueños. Ni para poder soñar tenemos las mismas condiciones, ni literalmente. Sin embargo: “¡Para poder cambiar, primero hay que soñar!”
NO ES CIERTO que hay, ni aquí, ni en Europa, ni en Estados Unidos, justicia social y equidad o igualdad de oportunidades. La brecha entre pobres y ricas/os es enorme… y como vimos anteriormente, más grande la brecha, menor felicidad, menos condiciones que apuntan a una calidad de vida (más enfermedad, peor educación,…).
¿Será que las universidades realmente deben convertirse en fábricas de conocimiento que desarrollan competencias en sus estudiantes para que puedan integrarse de inmediato a la vida empresarial o laboral en general? Sigue la/el competente, cae el/la incompetente… ¿Es este nuestro papel… y punto? ¿Una educación exclusiva? ¿Y el pensamiento crítico, y la solidaridad, y la convivencia social, y el emprendimiento cooperativo, y los sentires, y…?
La educación basada en competencias encontró un contexto ideal para desarrollarse en un modelo pedagógico que se base en una supuesta ‘neutralidad’, apuntando y orientándose únicamente al PRODUCTO a lograr: perfiles concretados en competencias a alcanzar. Ya escucho decir “no es cierto también se trabaja el cómo y, por ejemplo, la metodología se basa en el constructivismo”. ¿Cuál constructivismo? Mucho se ha hablado de constructivismo, sin embargo muy poco lo hemos visto en la práctica, menos aún el constructivismo ‘social’ como, en circunstancias se califica el aporte tan importante de Vigotsky. Pero sí es verdad que ha habido un enfoque metodológico bien definido: la competencia. La ‘competencia’ como producto y la ‘competencia’ como proceso para llegar a alcanzar este producto: una clara interrelación, no casual.
Verhaeghe plantea que los objetivos iniciales de una educación basada en competencias tal vez son comprensibles: partir de las habilidades que requiere la vida laboral, de tal manera que jóvenes sean capaces de ir diseñando su propio camino, aparte de incidencias religiosas y/o ideológicas. Sin embargo, menciona que ya pronto se amplió el conjunto de habilidades (competencias) desde competencias prácticas (manejo de idioma,…) hacia características personales (ser flexible,..) y finalmente hacia la ‘personalidad’ en sí (la persona como gestora de su propia vida). Indica que la relación con el neo-liberalismo es clarísimo, al expresar frases como: ‘conocimiento es capital humano’; ‘las competencias constituyen un capital que hay que gestionar y desarrollar’; ‘aprender es una inversión a largo plazo’, etc. El objetivo se lee como auto-gestión y emprendedurismo: jóvenes deben considerarse como una empresa, en lo que conocimiento y habilidades tienen, tanto en primer como último lugar, un interés económico, ya que aumentan su valor de mercado. Con esto, la educación por competencia, claramente implementa la ideología neo-liberal en las escuelas, a todos los niveles. Tal que tampoco nos tiene que extrañar que al orientar una tarea, la o el estudiante nos pregunta de inmediato: “¿cuánto vale?” (es decir: qué puntaje me puedo ganar, no pregunta por lo que puede aprender con el cumplimiento de la tarea). Defender una Educación basada en competencia por un lado y por otro criticar el egoísmo y el materialismo ‘bruto’ de la juventud es una contradicción en sí, ya que ambos son coincidentes en lo que pretenden lograr, y la primera promueve directamente las actitudes mencionadas.
De acuerdo a esa nueva identidad (el ser como empresaria/o), también se identifica un nuevo objetivo de vida: ‘el éxito’. ¿No es esto lo que les deseamos a cada promocionada/o después del acto formal de entrega de diplomas?  El deseo de ‘éxito’ está omnipresente: éxito en los exámenes, éxito en sus vacaciones, éxito en tu relación, éxito en el trabajo. Ya no se trata de buscar una vida ‘buena’, ‘íntegra’ e integral, sino se trata de efectividad, eficiencia y una ganancia material siempre creciente. Desde este razonamiento no hay problema ético alguno en que un banquero, desde una posición gubernamental, logra emitir unos certificados, de los cuales, como banquero privado, es el primer beneficiado, todo bajo un contexto ‘legalizado’.
Al otro lado de la medalla se encuentra un grupo creciente de personas que se frustran, desde pequeñas/os, ya que son consideradas/os y se consideran ‘perdedoras/es’ (con la autoestima destruida, como aquel joven que se preguntaba por el sentido de hacer algo si a lo mejor el día siguiente estaría muerto). Las y los perdedoras/es tienen varias alternativas (a lo mejor reconoces personas en tu contexto):
  1. Rebeldía y protesta directa (en la calle, pinturas, grafitis, gritos, murales,…) como una expresión de demanda y reivindicación de derechos.
  2. La protesta indirecta negativa (alcohol, droga,…), por lo general juntándose entre sí en grupitos, en situación de riesgo, o, en el peor de los casos, en maras delincuenciales.
  3. Retirarse, con miedo social, depresivo y retornado en su propio mundo limitado, fatalismo.
  4. Consumismo (drogas, la marca que está de moda, tarjeta de crédito, lujo,…).
  5. Suicidio, como expresión máxima de una huida sin salida.
La alternativa más promovida y deseada por el mismo sistema basado en competencias es por supuesto la cuarta… ¿Quién lo duda?
Con Verhaeghe, retomo la pregunta clave: ¿cómo reaccionar ante esta situación y contra qué o quién?
Todas/os nos quejamos del sistema, sin embargo nadie lo ‘agarra’, de allí que nos sentimos sin poder y como consecuencia nos enfrentamos a una violencia ‘sin sentido’. La palabra mágica es ‘cambiar’ y empezar a vivir según nuestra capacidad, pero: ¿cambiar para qué?
. NO, para sostener un sistema económico (neo-liberalismo) que ya demostró su incapacidad para garantizar equidad y justicia social
. , para cambiar el sistema, con franqueza, voluntad y compromiso.
Esto tiene implicaciones a diferentes niveles (retomados en parte de Verhaeghe):
  1. En lo macro… entre otras cosas:
-       Impuestos más bajos sobre trabajo, impuestos más altos sobre rentas y especulación.
-       Reducir lo más posible la brecha entre salarios altos y bajos.
-       Formalizar la economía de manera justa, sin castigo, sino con objetivos cooperativos.
-       Un sistema educativo y de salud, independiente del mundo comercial, es decir totalmente GRATIS y de CALIDAD.
-       Educación, basada en Actitudes Cooperativas: inclusión, ética, solidaridad,… anulando conscientemente la competencia.
-       Construir y desarrollar un sistema educativo donde en primer lugar se prioriza y se profundiza el cómo (cooperación genuina, metodología,…), mucho más que el qué (competencias, perfiles, planes, programas, discursos, currículum abierto y oculto,…). Un discurso mal desarrollado y mal compartido no tendrá impacto alguno, aunque su contenido, su mensaje en esencia es muy bueno. Mientras que si el enfoque metodológico permite y promueve, en cooperación genuina, la toma de conciencia social crítica, entonces hasta que estaremos en capacidad de identificar aquellos contenidos que más bien son alienantes y engañosos, lo que también es muy importante.
-       Salud preventiva como prioridad, pública y masiva.
-       Inversión masiva en redes sociales cooperativas, restitución de derechos, desarrollo de proyectos sociales que responden a las necesidades más sentidas de la población.
-      
El cambio debe favorecer la sociedad, no el sistema económico neo-liberal impuesto por injustas relaciones internacionales.
  1. A nivel micro (mi persona, la gente con quien convivo como niñas/os, jóvenes, hombres y mujeres, el vecindario, la comunidad y el barrio)
Con lo anterior aún lo tenemos fácil, criticando el sistema y dejando la responsabilidad que otras personas no cumplen para garantizar el debido cambio, además aún nos queda echar la culpa a la gente que no quiere trabajar, a quienes tienen vicios, a la explotación por las/os empleadoras/es, etc.  Sin embargo, caemos en lo mismo: o gritamos por las injusticias o nos retiramos depresivamente en la esquinita de la casa… hoy una cosa, mañana la otra… una característica típica inducida por el neoliberalismo.
Pero, ¿qué podemos hacer?
-       Identificar la ‘esencia’ positiva en el SER humano: su capacidad de convivencia solidaria, de cooperación genuina (algo que podemos constatar en tantas ocurrencias diarias de la vida, en la familia, en el barrio, en la comunidad, en el trabajo,…), no caer en el positivismo neo-liberal como ideología, sino vivir desde una ‘positividad’ como actitud socio-psicológica y pedagógico-metodológica ante la vida, ante sí misma/o y, como consecuencia, también ante las y los demás.
-       Dejar a un lado el cinismo con el cual se considera que la construcción neo-liberal constituye la verdad exclusiva. Y aunque la maldad (egoísmo, competitividad, agresión,…) está dentro del ser humano, igual contamos con mucha bondad (cooperación, solidaridad, empatía,…) y será el contexto, el ambiente que determina cuál de ambas, la maldad o la bondad, se exterioriza predominantemente. Y ese ambiente, lo construimos, en gran medida, entre todas y todos. Pongámosle mente a la construcción colectiva de cada vez nuevas oportunidades de aprendizaje, de vida, integrantes de una actitud emprendedora cooperativa de calidad creciente.
Además: ¿cuándo nos sentimos mejor? ¿Al entrar en mera competencia, bajo tensión permanente (como es el caso cuando hacemos un examen), o más bien al cooperar entre varias personas y lograr, en un ambiente de armonía y fraternidad, la construcción de una nueva oportunidad para aprender y expresar lo aprendido, tanto personal como colectivamente? ¿Qué te provoca cuando te das cuenta que la otra persona te aprecia, te valora por lo que se comparten? ¿No está allí la máxima satisfacción (sentimiento de felicidad) de nuestro ‘querer SER’? Se trata aquí del tratamiento ideal contra la depresión, la que es resultado de un sentir de “no puedo hacer nada, nada sirve, así soy, la culpa es por la niñez que viví,…”.
-       Entonces el tratamiento está en asumir y compartir responsabilidades, también en el aula de clase, en los talleres de capacitación, en los cursos virtuales, en… tanto como docentes-facilitadoras/es, como estudiantes-participantes.  En la sociedad: en vez de ser consumidor(a) convertirnos en ciudadana/o, consciente de nuestro papel a jugar para lograr un cambio positivo del sistema, tal que todas y todos tengamos los mismos derechos y deberes, sin excepción, que haya inclusión e integración social total. Esto implica compartir poder ciudadano de manera activa, constructiva y cooperativa.
-       Lo anterior implica la construcción de una nueva ética, una ética revolucionaria, una ética de la que nos habló y escribió el educador popular Carlos Núñez, donde tanto la persona (el núcleo de la sociedad no anónima) como la comunidad se integran en un solo, ya que ni una existe sin la otra, NUNCA!!! Somos persona, somos sociedad… ambos al mismo tiempo, nunca por separado.
-       Optar por seguir luchando por una vida personal y social con calidad real y posible, lo que implica ciudadanía consciente. Calidad de vida no es un asunto personal, sino un hecho compartido, un hecho social, en el cual están involucradas las demás personas de mi familia, de mi comunidad, de mi barrio, de mi centro de trabajo, etc. ¡Nos cuidamos y crecemos juntas/os, un desafío colectivo!
-       Aprender a manejar diferente nuestras compras (manejo del dinero). Estar consciente que comprar a crédito sale el doble o triple de caro. No caer ante el consumismo. Hacer compras de manera consciente: ir a comprar en aquel súper donde la gente beneficiada sea un colectivo de trabajadoras/es, antes que una empresa internacional que lleva las ganancias fuera del país y las consigue explotando a sus trabajadoras/es de la localidad. Comprar en función de calidad, no de cantidad. Revisar las fechas de vencimiento de los productos. Demandar calidad en la atención. No comprar aquellos productos de marcas internacionales que sabemos que provienen de empresas con prácticas sociales y medio-ambientales nocivas para nuestra salud física y mental.
-       Construir ‘autoridad’ positiva. La autoridad juega un papel ‘esencial’ en todo proceso educativo. Tenemos que construir esta autoridad de manera positiva, es decir en función de promover cooperación genuina, no para imponer, sino para invitar a la reflexión crítica personal y colectiva, el intercambio activo y el co-asumir responsabilidades de manera consciente.
-       No conformarnos con ser actoras/es consientes en escenarios ideados, creados y construidos por otras personas e instancias, sino también prepararnos para cumplir un papel constructivo como autoras/es de nuevos escenarios socio-económicos y políticos, siempre caracterizados por mayor equidad y justicia social, más cooperación genuina, más solidaridad.
-      
Si creces en un ambiente donde la norma es sobresalir y ser ‘exitosa/o’, entonces la consecuencia es que muchas personas, ya a temprana edad, se salen del camino (educación excluyente). Coherente con el modelo neo-liberal, cada niño/a aprende, desde el inicio, a ser muy competitiva y hasta agresiva en relación a las y los demás niñas/os, quienes, de hecho, son sus competidoras/es. Hace poco alguien me comentó que su hija se fue de la escuela porque no lograría estar en primer lugar porque una compañera de clase, con mucho dinero, siempre saldría en primer lugar. ¿Cómo lo interpretamos?
No confundamos ‘éxito’ con ‘calidad’, ni con ‘dignidad’. Reflexionemos al respecto… teniendo presente que el origen de la palabra (‘exitus’ en latín) ya refiere a ‘salida’, o sea apunta al producto, no al proceso.
En este tiempo, donde tantas tareas ya las pueden asumir las computadoras, donde el conocimiento (los datos, la información) está de fácil acceso, … ¿por qué no dar más atención a la formación integral? ¿Por qué no construir, entre todas/os un ambiente que permita ‘dar luz’ a las bondades del ser humano? Seguramente resultaría en una niñez, feliz en ir a la escuela donde se contribuye a su desarrollo acorde a sus propias necesidades y potencialidades y las de su comunidad, de la que es ‘esencia’.  Seguramente resultará en jóvenes felices con su universidad, concibiéndola como un espacio, como una oportunidad de intercambio y de aprendizaje cooperativo, proceso en el cual también cada una/o de ellas/os juega un papel importante, no sólo como actor(a), sino también como autor(a).
¿Por dónde andamos en nuestro espacio educativo? (universidad, escuela, organización, espacio virtual, el hogar, la vecindad,…)
Y para finalizar una pregunta personal para cada quien:
¿En cuál de las siguientes dos situaciones garantizamos mayor 'felicidad' (satisfacción 'esencial')?
1. ¿Al entrar en competencia con las y los demás, donde todas/os somos competidoras/es y habrá siempre perdedoras/es (las y los no mejoras/es) y ganadoras/es (las y los mejoras/es según criterios establecidos por agentes externas/os)?
2. ¿Al cooperar entre nosotras/os mismas/os y lograr un aprendizaje colectivo y personal donde todas/os aprendimos, desde una cooperación genuina entre personas con los mismos derechos y los mismos deberes? ¿Han tenido la oportunidad (seguro que sí) de sentir la satisfacción al cooperar entre varias personas por descubrir e identificar nuestros avances sustanciales, tanto a nivel personal como a nivel del grupo?
Un abrazo solidario para todas/os,

Herman Van de Velde
www.abacoenred.com
4 de febrero 2012.
Estelí, Nicaragua


[1] Verhaeghe P., Inleveren, voor of tegen het neoliberalisme. http://www.dewereldmorgen.be/artikels/2012/02/01/inleveren-voor-tegen-het-neoliberalisme - Consultado el 2/2/2012.
[2] MERITOCRACIA: …el concepto de meritocracia se refiere a aquellos sistemas políticos donde se accede a los cargos de poder, no por el nacimiento o la riqueza (o sea, según pautas de adscripción) sino por los méritos (pautas de realización). En las sociedades industriales avanzadas, esos "méritos" se refieren en principio al desarrollo de la inteligencia y de los conocimientos, a las capacidades intelectivas evidenciadas y sancionadas por el sistema escolar, base indispensable (pero no suficiente) para tener acceso a la clase dirigente e iniciar luego un "cursus honorum" basado en el desempeño de cargos de creciente importancia, hasta donde lleguen las posibilidades evolutivas y la combinación de circunstancias de poder y de apoyos de cada uno. El planteo meritocrático, …, ha merecido juicios favorables (ya que implica un justo reconocimiento de los méritos acumulados a partir de una base de igualdad de oportunidades) y juicios negativos (que niegan que sea real tal igualdad de oportunidades o hacen notar que de ese modo se produce una clase dirigente totalmente ajena a los valores y sentimientos del grueso de la población).  Arnoletto, E.J.: Glosario de Conceptos Políticos Usuales, Ed. EUMEDNET 2007, texto completo en http://www.eumed.net/dices/listado.php?dic=3
[3]Verhaeghe P., Inleveren, voor of tegen het neoliberalisme. http://www.dewereldmorgen.be/artikels/2012/02/01/inleveren-voor-tegen-het-neoliberalisme - Consultado el 2/22012.
[4] Ídem