martes, 19 de julio de 2011

Un Sistema Educativo fundamentado en Aprendizajes basados en Actitudes Cooperativas

Invitación a construir una Nueva Educación fundamentada en
Aprendizajes basados en ‘Actitudes Co-operativas’ – AbACo


(ver pautas para una PROPUESTA al final)

Herman Van de Velde, julio 2011.

Independientemente que existe una tendencia internacional, impuesto y defendido por intereses económicos globales no populares, me parece importante, necesario e indispensable una REFLEXIÓN seria en cuanto al modelo educativo que se nos quiere vender al referirse a una Educación basada en Competencias´´.  Es ampliamente reconocido el hecho que el término ‘competencia’ proviene del mundo laboral, y particularmente desde Estados Unidos.  Es importante considerar lo anterior, ya que es un contexto que lleva una intención que sigue marcándose en muchas de las situaciones donde se emplea y practica el concepto ‘competencia’ en la actualidad.

Al hablar de las competencias, me hago la pregunta en cuanto a la connotación ideológica implícita que lleva el ‘simple’ uso del término, todavía antes de aclarar su significado (que de hecho no es único, sino muy diversificado).  ¿En educación se trata de ‘competir’? ¿Competir entre quiénes? ¿Competir para qué? ¿Cuál es su finalidad?  ¿A quiénes beneficia? ¿Competir con base en qué criterios? ¿Quiénes los definen?...  ‘Carreras de competencia’ me dejan malos sabores, ya que huelen a ‘competir a muerte’, o sea pasar una/o encima de otra/o, alcanzar tus metas a pesar de las aspiraciones de otras personas...  ¿Es la intención de ‘competir’ un antónimo para la intención de ‘cooperar’?

He aquí otra connotación: ser competente implica que hay otros seres INcompetentes (pero ojo: ‘seres’ también).  Seres que (¿ya?) no pueden competir... ¿o que pierden al competir?  Quien no gana una competencia, ¿es incompetente? ¿Tiene que ser así?  Estoy seguro que no... un segundo lugar es tan importante como un primero... un 92% ó un 87% no indica una diferencia de calidad, necesariamente.  No es cierto que en el primer caso, necesariamente, haya más competencia que en el segundo.

De hecho, una persona como yo, con una discapacidad más visible, dentro del contexto de una Educación temprana basada en Competencias, nos quedaríamos fuera, excluidas definitivamente por ser INcompetentes.

Los significados del término ‘competencia’, con regularidad se asocian con ‘rivalidad’, ‘oposición’, ‘duelo’, ‘riña’, ‘pendencia’, ‘disputa’, ‘lucha’ o ‘pugna’ y en el marco de los mercados de libre comercio no es tan inusual escuchar expresiones como: hay que hundir a la competencia...  Se hace referencia a una competencia leal o desleal.... ¿pero quiénes ponen los límites entre una y otra?  Un antónimo de ‘competencia’ sería: ineptitud.  ¿Identifica la o el lector(a) la connotación negativa, descalificativa al referirse a alguien como INEPTO, no competente?

Al referirse a las ‘competencias’ como algo positivo, como la ‘habilidad’, la ‘capacidad’,... siempre se trata de una referencia RELATIVA, es decir: una competencia para... por ejemplo realizar una tarea determinada... tal que alguien puede ser competente para una cosa, sin embargo no necesariamente en otra.  De allí el concepto de ‘competencia laboral’ y dentro del área laboral, las competencias ‘profesionales’.  En estos casos se trata del conjunto de conocimientos, capacidades y habilidades de una persona para cumplir en tiempo y forma con las tareas que demanda un espacio laboral, de acuerdo a los criterios definidos.

Justo en lo último planteado en el párrafo anterior está la esencia de un primer enfoque de esta problemática: ¿quién define estos criterios? ¿El mercado laboral? ¿El libre comercio, ya no sólo de los productos, sino también de las personas, de las y los trabajadoras/es? ¿Criterios definidos desde el interés de quiénes, o sea para qué? ¿Desde los intereses de las y los dueñas/os de todo? ¿De los poderosos, los que se sienten ser del ‘norte’? ¿Los que se imponen en este mundo? ¿Y qué de las condiciones laborales, las cuales también inciden en la calidad profesional? ¿Incluyen las competencias laborales también la voluntad y disposición de lucha por conseguir mejores condiciones laborales, condiciones más humanas?  ¿Incluyen las competencias laborales también la capacidad, habilidad y actitud cooperativa?

PROPUESTA

¿Y por qué no podemos implementar una política de diseños curriculares basados en actitudes cooperativas en diferentes espacios de la vida: personal, laboral, profesional, familiar, comunitario, institucional, cultural, natural,...?  Toda actitud implica, según la psicología, componentes cognoscitivo (conocimientos), afectivo (sentimientos) y de comportamiento (conducta), los cuales se interrelacionan.  Personalmente le integraría otros componentes: lo psico-motor (de ‘capacidades-habilidades-hábitos’), lo ético (valores) y lo volitivo (voluntad y capacidad de decisión).  De esta manera le podemos dar una verdadera orientación a una Nueva Educación, promoviendo Aprendizajes basados en ‘Actitudes Co-operativas’ – AbACo.

Al identificar estas ‘AbC’ debemos de partir del hecho que como personas somos en esencia ‘constructos sociales’ históricos quienes, en esencia, partiendo de nuestras experiencias pasadas, actuamos en el presente y nos orientamos a un futuro de, cada vez, una mejor calidad de vida, no para unas/os, sino para todas/os.  Para lograr esto, es necesaria una ACTITUD basada en la CO-OPERACIÓN.  Estas actitudes básicas cooperativas (lo mínimo que podemos esperar en cada nivel educativo) debe comprenderse y expresarse desde un enfoque holístico, desde una integralidad, constituida por una inter-acción permanente de diferentes componentes, de los cuales ya mencionamos algunos anteriormente:
. lo afectivo
. lo ético como expresión de inter-culturalidad
. lo volitivo
. lo conductual
. lo psico-motor
. lo cognitivo
...

Estamos invitadas/os a CO-OPERAR en la tarea a expresar, con el aporte de todas y todos, los significados de estos componentes y de su INTER-ACCIÓN, tanto en lo particular como en general, tanto en el contexto escolar integral (comunidad educativa constituida por estudiantes, madres y padres, docentes-facilitadoras/es, vecinas/os y otras/os actoras/es clave), como en TODOS los demás contextos educativos, con frecuencia más ‘impactantes’.

Permítanme presentar sólo un ejemplo para ilustrar que las competencias no nos llevan a una inter-actuación liberadora, tal como lo ha propuesto Paulo Freire:
En una educación basada en competencias no se hace referencia a la importancia de la CONFIANZA, un valor ético fundamental a construir desde todo espacio educativo.  La confianza no sólo como una característica en la relación pedagógica, sino como uno de los aspectos del componente ético de una Actitud Co-operativa, a CONSTRUIR conjuntamente desde espacios y contextos educativos alternativos.  Alternativos porque ya no apuntan a la competencia, sino a una actitud basada en la co-operación, a una convivencia social positiva de calidad.

¿Acaso usted estaría dispuesta/o a cooperar con alguien quien no confía en su persona?   Sin embargo, una educación basada en ‘competencias’, en esencia, se basa en la des-confianza ya que califica y DEScalifica entre competentes y no-competentes.

Sugiero aplicar, en nuestros nuevos currículo, un ENFOQUE RADICAL hacia el APRENDIZAJE (también en la redacción de los documentos) como una responsabilidad compartida entre docentes-facilitadoras/es, estudiantes, madres y padres de familia y vecindad, tanto en cuanto a su facilitación (construcción de contextos) como a su desarrollo (participación activa consciente).  Dejemos atrás la aparente complementariedad entre enseñanza (orientada a formación de competencias en las otras personas) y aprendizaje y pasemos a considerar el aprendizaje como nuestra tarea ‘de responsabilidad compartida’ entre todas y todos las/os involucradas/os, basada en ‘Actitudes basadas en Co-operación’.

Que no se nos olvide que en esta discusión curricular hace falta enfatizar y desarrollar todavía PROFUNDAMENTE el aspecto pedagógico-metodológico, estrechamente relacionado con lo planteado –más bien, a penas ‘tocado’– en estas páginas.  Seguro habrá posibilidad para construir esta oportunidad de seguir aportando más adelante.  En ese nuevo aporte a construir, necesariamente debe abordarse, a fondo, el asunto de la PARTICIPACIÓN de las/os diferentes actoras/es, tanto como el rol facilitador(a) de docentes, madres y padres, y vecinas/os, también de las/os propias/os estudiantes, cada una/o desde su propio contexto aportando en la construcción de nuevos espacios, convirtiéndolos en oportunidades de aprendizajes para todas/os.

Con lo anterior no pretendo descalificar el hecho que la educación debe relacionarse desde y en nuestro contexto económico.  Pero igual hay que plantearse a qué contextos económicos pretende contribuir nuestra educación: ¿una del libre (¿?) comercio ‘inmoral’, ‘brutal’ y ‘cruel’ donde sólo el grande y poderoso logra SU calidad de vida? ¿o más bien una de economía solidaria donde todas y todos tenemos derecho a mejores condiciones de vida?  TENEMOS LA PALABRA.

Herman Van de Velde

jueves, 7 de julio de 2011

Cambio de actitud y aprendizajes significativos

Cambio de actitud y aprendizajes significativos
(gracias Maribel y Jilma por sus comentarios muy significativos)

En la historia de la psicología del aprendizaje se pasa necesariamente por las diferentes corrientes de la misma psicología, como ciencia.  Más particularmente, de cara al ‘aprendizaje y su facilitación’ se debe indicar la importancia de cada una de ellas.  Haré una referencia a ellas, sin pretender ser exhaustivo, sin profundizar, ya que este espacio no lo permite.

El reconocimiento del aprendizaje como un fenómeno, en esencia, relacionado con las características personales, se refleja en las diferentes expresiones del movimiento de la ‘escuela activa’ (Dewey, Claparede, Decroly,…), donde el aprendizaje se centra en los intereses y la actividad personal de sus actoras/es.  Es esto un aporte, que el día de hoy, en Nicaragua y el mundo, sigue siendo de ‘urgencia’ para tomar en cuenta: en un aprendizaje de calidad es indispensable la participación activa (protagonismo) y el partir del interés propio de quienes aprenden.

El conductismo, clásico (Pavlov, Watson) y operante (Skinner, Mager), como reacción frente a la introspección (Wundt, Ruby, Robinson) como único método para estudiar la ‘mente’ aporta significativamente en la comprensión de fenómenos relacionados con el aprendizaje, sin embargo, sin darle su visión integral.  Tal como lo indica su nombre, identifica el aprendizaje con cambios en la conducta.  El estudio del aprendizaje sólo es posible, según los conductistas, a través de la conducta observable.  Para modificar la conducta proponen todo un complejo sistema asociativo de respuestas y estímulos (recompensa y castigo,…).   En la actualidad, la conducta (la intención conductual) sigue siendo uno de los componentes fundamentales de toda ACTITUD.  Realmente, la actitud de una persona hacia determinado fenómeno se refleja en, entre otros componentes, su (intención de) conducta hacia el mismo, sin embargo nunca puede ser considerado el único componente a tomar en cuenta.

Como reacción ante el conductismo, surge la teoría cognitiva y busca una fundamentación centrada en los procesos humanos.  En este contexto, Piaget identifica cuatro períodos de desarrollo cognitivo.  Lo cognitivo es indiscutiblemente otro de los componentes de toda ACTITUD.  El nivel de conocimiento que tiene una persona sobre un fenómeno, seguramente permite perfilar con mayor claridez su actitud ante el mismo.

La psicología de la Gestalt (Wertheimer y otros), así como las teorías del procesamiento de la información (Gagné), de la psicogenética (Piaget), del desarrollo cognitivo – aprendizaje por descubrimiento (Bruner) y del aprendizaje significativo (Ausubel, Novak) aportan muchos elementos para comprender mejor ‘lo cognitivo’ y poder contribuir y facilitar, a través de este componente, un cambio de actitud.  Igual hay que mencionar las teorías relacionadas con el aprendizaje mediado (mediación pedagógica).  La teoría de origen socio-cultural (Vigotsky) destaca el papel que juega la interrelación sujeto – medio social en el desarrollo del aprendizaje.  Vigotsky considera la construcción del conocimiento como una actividad social y colaborativa, donde el aprendiz construye su propia comprensión junto a otras personas.  Incluye el concepto de Zona de Desarrollo Próximo, refiriéndose a contextos apropiados y significativos para una construcción óptima del conocimiento.

Retomando lo anterior es que se crea ‘el constructivismo’, como una teoría de conocimiento, más que como una teoría de aprendizaje.  La construcción del conocimiento desde la acción protagonista y la inter-acción con el ambiente constituye su esencia.  El aprendizaje significativo, por su puesto, es parte integrante de su planteamiento.  Su origen se ubica claramente en la teoría cognitiva.  No siempre llega a considerar el aprendizaje como un cambio de actitud integral, ya que, tal vez más en la práctica que en la teoría, se limita al componente cognitivo, aún reconociendo la importancia de la inter-acción.  Lo anterior se puede deducir de definiciones como: “El constructivismo es un proceso inacabado en el que el individuo discurre en la dialéctica del proceso cognitivo e interactúa con la realidad y su objeto de estudio para atribuirle un significado.”[1], “En pedagogía el constructivismo es una corriente de la didáctica que para sus postulados didácticos supone una teoría del conocimiento constructivista.”[2]

Desde estos aportes, donde se interrelacionan los aspectos del aprendizaje socio-cultural y la capacidad personal de interpretar y re-interpretar en un modelo dinámico e inter-activo un  sistema de reglas, valores y normas podemos identificar el componente ético en un proceso de aprendizaje.  En el proceso de construcción de nuestras interrelaciones en el medio donde nos desarrollamos, vamos compartiendo, negociando y acordando todo este sistema de valores y normas, el cual también caracterizará nuestra ACTITUD

No se debe dejar de mencionar el impacto de nuevos conceptos – aún discutibles –, y como consecuencia nuevas prácticas, como: inteligencia múltiple (Gardner) e inteligencia emocional (Goleman).  Estos conceptos y nuevas prácticas, igual como la teoría humanista (Rogers, Maslow), aunque no sea una teoría de aprendizaje propiamente dicho, nos visualizan otro componente muy importante de toda actitud: lo afectivo.  La medida en que un fenómeno ‘me afecta’, también en esta medida va a incidir en mi ACTITUD ante el mismo, sea positiva o negativamente.  Las teorías humanistas hacen mucho énfasis en el carácter personal del quehacer humano, partiendo de sus necesidades, sus deseos y motivaciones.

Desde esta breve e insuficiente reseña histórica queda claro que pretendo visualizar el aprendizaje como un cambio de actitud, y no simplemente como un ‘cambio de conducta’ o una ‘acumulación de conocimientos’.  Para poder interpretar lo que implica esto, es necesario analizar el concepto de actitud.  En la literatura (psicología) se llega a definir toda actitud como una constelación de fundamentalmente tres componentes que interactúan:
  1. conductual (intención de comportamiento)
  2. cognitivo
  3. afectivo.

Ya en los párrafos anteriores identificamos un cuarto componente: lo ético, basado en la importancia de la interrelación de toda persona, en todo momento de construcción de aprendizajes, es decir en todo momento de su vida, con y en su ambiente, con y en su contexto, integrando tanto lo social como lo ecológico.   En este sentido se trata de visualizar aquel aspecto de toda ACTITUD que expresa los valores y las normas que se comparten como todo un proceso de negociación y se constituyen en un sistema propio.

Planteo la necesidad de considerar también un quinto componente para poder visualizar bien la ACTITUD de una persona ante un determinado fenómeno: lo psico-motor.  Me refiero a todo lo que constituye el conjunto de habilidades y hábitos, destrezas y aptitudes que surgen desde una combinación perfecta de nuestras capacidades motoras, tanto finas como gruesas, y los procesos internos que permitan desarrollar y regularlas.  ¿No es así que nuestra habilidad en el trabajo con la computadora, o relacionada con la informática en general, incide en nuestra actitud ante ella misma?  No se debe confundir el componente psico-motor con el conductual.  Se trata de dos fenómenos muy relacionados, igual como se relacionan también con los demás componentes identificados, sin embargo con un potencial de incidencia diferenciado.

Al pretender un CAMBIO DE ACTITUD, igual es importante trabajar la capacidad de elegir, de identificar su preferencia, de ‘querer’… me refiero a la voluntad, a la capacidad de decidir.  En este caso se trata del componente volitivo de toda actitud.  Al trabajar nuestra voluntad, como característica personal, se contribuye a la definición y la perfilación de la actitud.  Este componente se relaciona con las teorías humanistas mencionadas anteriormente, ya que consideran el ejercicio de la elección consciente y el deseo como algo importante e inherente al SER.  Por consiguiente, este componente volitivo se debe interpretar en relación a toda la problemática motivacional y la intencionalidad de nuestro quehacer, que es mucho más amplio que sólo una ‘conducta’ y se fundamenta desde nuestras necesidades.

Por supuesto estoy haciendo una ‘esquematización’, o más bien ‘estructuración’ del fenómeno ‘actitud’ y debemos de integrar un enfoque holístico que implica que toda actitud en nuestra vida es única, integral e integrada.  Sólo nos sirve esta estructuración para el análisis teórico.  Sin embargo, también puede tener una ‘utilidad práctica’ bastante accesible.  Es decir, si logramos, en una determinada situación, ‘descomponer’ la actitud e identificar tanto sus componentes fuertes como débiles, entonces estaríamos visualizando pistas por dónde entrar para lograr un aprendizaje (cambio de actitud) de mayor calidad.

Además de la ‘fuerza’ de cada componente inter-relacionada de una actitud, también es necesario valorar su ‘orientación’.  Determinado componente, en unos casos, posiblemente contribuye a la composición y expresión de una actitud constructiva ante un fenómeno, en otros casos podría ser que más bien su contribución sea en sentido contrario.  Un ejemplo: la ‘tendencia de conducta’ puede estar influenciado por tradiciones (p.ej. la auto-medicación), que, sin embargo, en un contexto particular, podría perjudicar a la persona misma.  En este caso, es necesario valorar cómo (¿a través de qué otros componentes?) podemos incidir en un cambio de actitud (aprendizaje) que también conlleve el cambio de ‘tendencia de conducta’. 

Es inherente a toda persona la búsqueda activa de un equilibrio interno.  Para sentirnos tranquilas/os, necesitamos de ‘coherencia’ entre los diferentes componentes.  Al encontrarnos con contradicciones internas, nuestra reacción espontánea, consciente o no, consiste en ir construyendo un nuevo equilibrio, haciendo activamente adecuaciones en los componentes afectados.  Otro ejemplo: el fumador que sabe muy bien que fumar es dañino para la salud propia y ajena, se justifica refiriéndose a su abuela de 85 años y quien ha fumado toda su vida; un argumento sin sentido.  O sea: disminuye el peso de sus ‘conocimientos’ sobre lo dañino que es fumar, compensándolo con otro razonamiento, aunque sea sin sentido.  Posiblemente en este caso, el componente ‘clave’ por donde incidir no sea el componente cognitivo, sino podría ser el afectivo, demostrando la afectación directa de su conducta en sus seres queridos más cercanos.  Una vez que siente esta afectación (y le duele, le afecta de verdad también), posiblemente el paso hacia la toma de decisión (lo volitivo) está más cercano y podría llevar a un cambio de conducta (dejar de fumar).  Todo este proceso debe llevar a un cambio de actitud integral, con consecuencias para cada uno de los 6 componentes mencionados anteriormente.

Considerando la característica de toda actitud que ésta es esencialmente personal, lo anterior implica que también en el proceso de aprendizaje debe haber espacio para la ‘personalización’ de los procesos de aprendizaje (procesos de cambio de actitud), sin negar, y más bien, fortaleciendo el carácter social del mismo.  Será justamente el intercambio entre actitudes tan diferentes, tomando en cuenta la caracterización de los diferentes componentes y su interacción que las constituyen, que garantizará un proceso mucho más productivo y fructífero.  Formemos grupos, en los cuales se integran miembros con su fuerte en diferentes componentes para que la inter-acción se convierta realmente en un inter-cambio: un cambio de actitud (aprendizaje) provocado por la inter-acción entre personas con intereses comunes,  respetando la diversidad que les caracteriza y más bien profundizando en un verdadero proceso de inter-culturalidad.





3 de septiembre del 2007
Herman Van de Velde
Estelí


[1] http://www.definicion.org/origen-del-constructivismo
[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Constructivismo

miércoles, 6 de julio de 2011

La expresión creativa, ¿un sueño o un derecho?

La expresión creativa, ¿un sueño o un derecho?
... En defensa de un Pensamiento Lateral y Divergente ...
Miércoles, 11 de abril del 2007.
Herman Van de Velde
herman.vandevelde@gmail.com
Estelí
Al observar un(a) niño/a de dos o tres años, sorprende su gran capacidad creativa.  Después de unos años en la escuela, igual sorprende cómo esta capacidad, más bien, va desapareciendo.  En la universidad, la falta de creatividad es uno de los más sentidos obstáculos para muchas/os estudiantes y docentes, muy pronunciados en el área de investigación, aunque igual ‘frenante’ (porque frena, amarra, limita,...) en todas las áreas del S(ab)ER humano.[1]
El aprendizaje resulta de un proceso de carácter eminentemente colectivo y como producto es caracterizado por su esencia PERSONAL.  Trabajamos juntas/os, inter-actuamos y lo que nos llevamos como aprendizaje del proceso nos caracteriza y es caracterizado por nuestro SER.  ¡Qué interesante!  Cada vez de nuevo una oportunidad enorme para realizarnos más como persona, única e integral en nuestro ser y quehacer, en nuestro pensar, sentir y actuar.
¿Dónde está esta creatividad en nuestras escuelas?  Me hago esta pregunta y comparto la inquietud con el o la lector(a) de este artículo porque observo:
. tendencia a la ‘uniformidad’ escolar, una uniformidad muy mal entendida
. la misma explicación para todas y todos
. los mismos ejercicios
. los mismos exámenes
. los mismos libros de texto
. las mismas normas
. la misma escala de medición y valoración
. todo lo mismo... y el colmo es que, después de los trabajos en grupo, organizamos la plenaria para socializar y llegar a una sola (supuesta) verdad, igual para todas/os. 
¿Es tan difícil respetar la diversidad, respetar la búsqueda creativa de alternativas varias de solución (pensamiento lateral), alternativas no tan comunes, soluciones diferentes también eficaces...?
¿Por qué tanto de ‘lo mismo’, si somos tan diferentes, personas únicas con ganas de expresarnos, de crearnos, de dibujar y pintarnos, de imaginarnos (¡qué rico lo imaginario!), de escribirnos...?
En concreto:
. ¿Cómo visualizamos, dibujamos algo tan abstracto como “(a+b)2=a2 + 2ab + b2”? Sugerencia: combinemos geometría con algebra...  ¿Hay varias soluciones?
. ¿Cómo formar 4 triángulos iguales con sólo 6 palillos? ¿Cuántas soluciones hay?

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. ¿Cómo juntar 9 puntos con una línea quebrada, de sólo tres puntos de quiebre, a trazar sin levantar su lápiz del papel?

. ¿Cómo valorar mi aprendizaje sin presentarme a un examen?  ¿No es esta la pregunta más fácil a resolver, con una GRAN variedad de posibles respuestas?  Si es así, ¿entonces por qué no las aplicamos?
La expresión creativa es la que refleja, en profundidad, el ser humano, la persona en su esencia, es la que revela su existencia.  ¡Cuánta satisfacción al lograr expresarme tal como soy o tal como me imagino o tal como quisiera ser! ¡Cuánta alegría al sentir que las demás respetan esta expresión, la valoran, me identifican! ¡Qué rico se siente al poder establecer, DE MI MANERA, la relación entre lo vivido, lo experienciado, lo de hoy y lo de mañana (lo imaginario)! ¡Qué profunda satisfacción me da al lograr un escrito ‘mío’, una expresión muy propia, un poema en el cual me reconozco, al menos hoy, ahorita!
¿Y nuestras escuelas?
Tal vez la peor forma para valorar ‘objetivamente’ el aprendizaje construido para cada una/o de nuestras/os estudiantes es el examen único e individual (‘individual’ porque no es personal, ¡lástima!). 
Ya hice la pregunta: ¿No tenemos otras formas para ‘evaluar’ nuestros aprendizajes, respetando las particularidades en los aprendizajes personales?  ¿Es que nos hace falta creatividad para poder valorar de manera diferente?  ¿Y si dejamos la oportunidad a nuestras/os estudiantes para que propongan?  ¡Una excelente idea, y muy creativa!  Tal vez sean más creativas/os que nosotras/os mismas/os.  Hagamos un trato pedagógico, un acuerdo, un pacto educativo... entre estudiante y docente, un trato que integra el derecho de cada estudiante a proponer su forma de evaluación, a proponer cómo va a demostrar lo que aprendió y cómo lo va a compartir, no sólo con la o el docente, sino con todo el colectivo.
Sólo es posible la construcción de un proceso creativo cuando se cuente con facilitadoras/es que cultiven su propia creatividad.  Sólo preguntémonos: ¿qué papel juegan nuestros planes de años anteriores, los medios ya elaborados en otras ocasiones,...? ¿Simplemente los copiamos nuevamente o más bien sólo constituyen un insumo, además de otros nuevos insumos?  Vos tenés la respuesta...
La formación creativa necesita de facilitadoras/es de encuentros del ser humano con su propio mundo (su propia verdad), con sus semejantes (la verdad de las/os demás) y con el mundo natural (la verdad ecológica de la que también somos parte) y cultural (la verdad social ‘acordada’).
Los procesos socio-educativos tienen un doble ‘poder’: cultivar o ahogar la creatividad.  Para cultivarla es indispensable:
-          Preservar y profundizar la originalidad y el ingenio creador de cada ser humano, sin renunciar al propósito de lograr la integración consciente y crítica en la ‘vida real’.
-          Integrar, de manera creativa y única, la cultura sin agobiar con modelos prefabricados.
-          Estar apasionadamente atentas/os a la especificidad de cada ‘SER’.

Los procesos socio-educativos se deben orientar hacia la capacidad personal y colectiva constructora de personas a ser capaces de explorar, poner en marcha y disfrutar plenamente de sus espacios y recursos internos personales, de relaciones interpersonales eficaces y de una relación creativa y ecológica con el medio ambiente.
La creatividad es la única posibilidad que tenemos de concebir, comprender y expresar el movimiento vital, el devenir del ser, la vida de las emociones y, en última instancia, todo el sentido directo de la vida humana.
La creatividad no es un don especial de unas pocas personas privilegiadas, es una condición esencial de todo ser que nace. 
La facilitación ‘creativa’ de un desarrollo ‘creativo’ de la ‘creatividad’ en las personas es asunto de práctica, es asunto de actuar, de hacer, de accionar, de experienciar, de errar, corregir y mejorar,… para lo que se deben prever (construir) contextos, medidas, técnicas, métodos y materiales adecuados (oportunidades), pero más que todo VOLUNTAD.
La creatividad no es patrimonio sólo de personas artistas, es propiedad de toda persona que no le tiene miedo al cambio, que convive con el cambio, que quiere el cambio para mejorar, que sabe imaginar algo diferente y mejor... ¿no es esto lo que debemos de esperar de la educación, de la escuela?
La creatividad es inherente al ser humano, es el modo espontáneo de ser de las personas.
La creatividad es una actitud ante la vida... percibir, imaginar lo posible, no confiar en lo imposible.... confiar, crear y construir, probar y valorar, validar... SER.
Crear es relacionarse en su ambiente, cada vez de manera diferente, es adaptarse y acomodar su medio, es crecer, es desarrollarse y desarrollar, es establecer una relación dialéctica constructiva...
“La creatividad no es un entretenimiento para el ocio, sino una actitud tan vitalmente necesaria como el respirar y el alimentarse.”[2]
Educar para la creatividad implica darle más peso a la expresión del significado (subjetivo) de los conocimientos, los sentimientos y las actuaciones en los procesos de aprendizaje.  Educar para la creatividad es dinamizar las potencialidades personales, favorecer la originalidad, la apreciación de lo nuevo, la inventiva, la curiosidad y la sensibilidad frente a los problemas.
Ser creativa/o es ser libre...
Ser creativa/o es relacionarse consigo misma/o y con las demás personas, con todo el medio que le rodea, de manera única.
Ser creativo/a es compartir, cooperar, más que competir.
Ser creativa/o es aprender activamente: identificar problemas, crear problemas, caracterizar contextos particulares de la expresión problemática, plantear hipótesis, ‘inventar’ – formular y planificar posibles alternativas fundamentadas (conceptualizadas, no copiadas) de superación en la cooperación y el acompañamiento, a través de combinaciones únicas, nunca dadas, de materiales, medios, procedimientos, técnicas y métodos, experienciar, valorar críticamente procesos y resultados, seguir adelante y empezar de nuevo, saber recibir golpes y disfrutar avances significativos, saber valorar SUBJETIVAMENTE su ser, saber vivir y disfrutar su ser, cada vez mejor,... esto es ser creativa/o.
¿Y por qué no expresar tu creatividad en un ejercicio, sin duda, muy interesante: construir tu propio concepto de ‘creatividad’?  ¿Lo compartimos sin pretender socializar?
La invitación está hecha...

Herman Van de Velde




[1] Van de Velde H. (2002), SER: Una pedagogía concienciadora de poder compartido.  Caminos hacia un bienSER. CICAP _ Senderos Pedagógicos 1, Estelí – Nicaragua, p. 9
[2] Dadamia, O.M. (2001), Educación y Creatividad. Encuentro en el nuevo milenio.  Editorial Magisterio del Río de la Plata, Buenos Aires – Argentina, p. 49.